30 de junio de 2013

Preparados, listos,...VACACIONES.

Dentro de una horas estaremos rumbo a nuestro destino vacacional. Ya tenemos las maletas preparadas y unas ganas tremendas de playa y sobre todo de sol, muuucho sol.

Antes de irnos, quería pasarme por aquí para desearos a todos un feliz veranito. Aprovechad para descansar, disfrutar de las terracitas, los helados, la playa o la piscina, los paseos al atardecer, la manga corta y olvidarse del reloj y las rutinas. Nosotros haremos todo eso y mucho más.

Estaré un tiempo desconectada pero a la vuelta prometo contaros lo bien que lo hemos pasado y también un par de semanas que me dejo en el tintero; nuestro fin de semana por tierras cántabras y la función de ballet de Candela, pero ahora me voy.

¿No oléis ya a playita?.



VEINTICUATRO DE CINCUENTA Y DOS

Creo que ya he comentado más veces la "suerte" que tenemos con que Izan y Candela coman de todo. Muchas veces oigo a otras mamas quejarse de que la hora de la comida es una pelea diaria y es cuando me digo -uffff por lo menos en casa, esa es una batalla ganada-, y no porque sean niños que siempre se coman todo lo del plato, sino porque no les obligamos a comer. Ellos mismos son los que deciden cuando están llenos y ya no les entra nada más.

Esta es la forma que tenemos de ver la hora de la comida. No queríamos que nuestros hijos llorasen frente a un plato de comida si en realidad no se lo quieren comer. Poco a poco hemos ido introduciendo nuevos alimentos, sin obligar, sólo sugiriendo. No se si a todos los papas les funcionaría esta forma de ver la hora de la comida, el caso es que a nosotros si y gracias a ella seguro que nos hemos evitado un montón de disgustos y peleas que no llevarían a ninguna parte.

Antes he dicho que son niños que comen de todo, y no es del todo cierto. Los guisantes aun se nos resisten, pero poco a poco seguro que se hacen amigos. El sábado fue una buena ocasión para ir rompiendo barreras. La abuela necesitaba ayuda para recoger unas vainas de guisantes y enseguida aparecieron dos pequeños voluntarios.





No se si la próxima vez que haya guisantes rebañarán el plato, pero de lo que no tengo ninguna duda es que por lo menos, los verán con otros ojos.

17 de junio de 2013

VEINTITRÉS DE CINCUENTA Y DOS con Izan

Son poco más de las ocho y cuarto cuando entro en su habitación. Levanto la persiana poco a poco y la luz de la mañana lo va inundando todo. Su respiración es profunda y me siento en la alfombra a mirar su carita. Esa carita con esos papitos que dan ganas de comérselos con patatas, esa carita en la que cada vez que se rie, se dibujan dos preciosos hoyuelos, esa carita que nada más despertarse, me regala la mejor de sus sonrisas.

¡¡¡Buenos días mi amor!!!


13 de junio de 2013

VEINTITRÉS DE CINCUENTA Y DOS con Candela

... y es que no hay nada mejor para alegrarse el día que hacer un poco el payaso.


VEINTIDOS DE CINCUENTA Y DOS con Izan

Muchas veces os he hablado de lo afortunados que son Izan y Candela de poder disfrutar de un lugar donde jugar rodeados de montañas, respirando aire puro y con un montón de cosas con las que aprender y disfrutar jugando.

Nos encanta dar paseos por caminos empedrados, sin horarios y viendo como a cada paso hay algo por lo que pararse. Desde coger flores, hasta buscar fósiles con papá.

Y es que los paseos como estos cargan 100% nuestras pilas para afrontar la semana.


















VEINTIDOS DE CINCUENTA Y DOS con Candela

El lunes 27 de mayo Candela se embarcaba en un avión a uno de los destinos que todos los niños y muchos mayores, entre los que me incluyo, sueñan con visitar. Se iba a París con los abuelos y por supuesto visitaria el parque Disney.
Izan y yo les llevamos al aeropuerto y después de besos, abrazos, algún que otro "pórtate bien, obedece a abu y yaya,..." les dijimos adios mientras pasaban por el detector que separa a los que se van, de los que nos quedábamos en tierra.




Cerca de las siete nos llamaba ya con acento parisino. Habían llegado al hotel y comenzaba su viaje con olor a croasant.




El viernes por la tarde volvia de un viaje de ensueño, con sus orejitas de Minnie y con la maleta llena de buenos momentos.
Nada más aterrizar me dijo- "mamá tenemos que comprar una hucha para volver". Y así lo haremos, porque la próxima vez yo no me lo pierdo.